El abandono del consumo de cualquier sustancia o dejar atrás una adicción no es un fenómeno puntual y esporádico en el que la persona decide dejar el alcohol o las drogas y ya está. Es un proceso que puede tener una duración más o menos amplia, con posibilidad de altibajos, de avances y de retrocesos.
Esto es así porque los estadios de movilización al cambio en una persona no es algo espontáneo que pueda surgir casi de la nada y que pueda dar lugar a un giro conductual casi repentino y con una solidez total. El proceso de cambio es un fenómeno progresivo, que se alimenta de muy diversos factores: la maduración, la rigidez o flexibilidad personal, la percepción de inconvenientes, la motivación o esperanza de recompensas, la influencia del entorno, etc.
Dejar atrás una adicción y tratar de instalarse en una etapa de abstinencia es un proceso de cambio complejo y amplio. Complejo porque implica áreas de la persona que no siempre es posible poder manejar plenamente (dependencia física, psicológica, social…). Y amplio porque durante un tiempo después de dejar la adicción aparecerán todavía sensaciones y pensamientos “tentadores” aún a pesar de que la abstinencia vaya por buen camino.
No debe extrañarnos la presencia de estos pensamientos y tentaciones tiempo después. De hecho, normalizar, reconocer y aceptar su posibilidad es una actitud que ayuda a prevenir recaídas y son necesarias para cumplir hitos madurativos en el proceso de recuperación. Su aparición solo nos indica los intentos de un viejo hábito por tratar de restablecer su antigua hegemonía, volver a lo conocido aunque la persona sea consciente que no es la mejor opción. El cambio de hábitos, en este sentido, no se produce por sustitución de todo-nada, de hoy para mañana, sino que es también gradual, con períodos de “convivencia” entre los hábitos de que tratamos de sustituir junto con los nuevos patrones que se están abriendo paso.
Es por ello, que en todo el proceso de abandono de la adicción, en las diferentes fases de desintoxicación, deshabituación rehabilitación y reinserción, la labor de seguimiento por parte de los profesionales y el apoyo terapéutico forma parte esencial de la recuperación. La posibilidad de que el antiguo adicto vea flaquear sus fuerzas o su motivación se podrá ver contrarrestada con la ayuda de un especialista con su consejo y apoyo para mantenerse sin consumir, siendo necesario mantener una actitud proactiva y de confianza dentro de la relación terapéutica.
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Terapia para el seguimiento de la abstinencia
Apoyo en la toma de decisiones para evitar acciones impulsivas, ayuda en el funcionamiento emocional, refuerzo de habilidades personales para reducir la vulnerabilidad en los momentos más críticos, supervisión y control (psiquiátrica, para la medicación y controles de tóxicos, y psicológica), ayuda para regular los hábitos y para desarrollar o recuperar con el tiempo la capacidad de autocontrol… son algunos de los principales aspectos que implica la terapia de seguimiento para la abstinencia. Sin ella, la persona se expone a llevar un camino accidentado sin contar con ayuda, con lo que las probabilidades de recaídas serán mucho mayores.
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