La Tricotilomanía es un trastorno de origen psicógeno, en el que el paciente adquiere el “hábito” de arrancarse el pelo del cuero cabelludo o el vello de otra parte del cuerpo, de forma irresistible, recurrente y compulsiva, la persona siente que no puede controlar su conducta.
Atendiendo a su origen, Tricotilomanía proviene de los vocablos griegos trichos (pelo), tylos (estirar) y manía (impulso). Fue descrita por vez primera en Francia, por el dermatólogo François Henri Hallopeau en 1889.
La repetición de dicho acto, puede ocasionar desde pequeñas pérdidas de cabello en áreas circunscritas hasta una calvicie severa.
El Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos mentales en su última actualización la versión 5 (DSM-5, APA), lo recoge dentro de los Trastornos obsesivos compulsivos y trastornos relacionados, recogiendo los siguientes criterios:
- Recurrencia en la conducta de tirarse del pelo, lo que da lugar a la pérdida del mismo.
- Intentos para disminuir o detener el comportamiento de tirarse del pelo que son fallidos.
- Malestar clínicamente significativo o deterioro en las áreas social, laboral o familiar.
- La pérdida de cabello no puede ser atribuida a otra enfermedad médica (por ejemplo, una condición dermatológica).
- La pérdida de cabello no puede explicarse por los síntomas de otro trastorno mental.
Síntomas de la Tricotilomanía:
Las personas con Tricotilomanía tienden a arrancarse el cabello de forma repetida y continuada. La zona afectada con mayor frecuencia suele ser el cuero cabelludo, pero también pueden arrancarse pestañas, cejas, cara, axilas, brazos, o bello de otras partes del cuerpo.
Habitualmente, se respeta el borde de implantación del cabello (por ejemplo, el flequillo), para que resulte más fácil disimular.
Los personas afectadas de Tricotilomanía suelen ocultar las placas de alopecia bien con una prenda como gorra o sombrero o cambian la forma de peinarse, suele ser consecuencia de la vergüenza e inseguridad que le genera. Cursa con un malestar emocional significativo, con aumento de tensión interna y desasosiego antes de tirarse del pelo.
Prevalencia de la Tricotilomanía:
Se estima una prevalencia para la Tricotilomanía del 0,5 al 3,5 % de la población general. Los primeros síntomas pueden aparecer en la infancia, adolescencia o en la edad adulta. La distribución por sexos nos dice que es más frecuente en las mujeres con una proporción de 4:1 frente al sexo masculino.
Causas de la Tricotilomanía en adultos
Aunque no se conoce la causa exacta de dicho trastorno, algunas teorías apuntan a que existen estímulos tanto internos como externos que influyen en su aparición como pueden ser situaciones de cansancio, aburrimiento, sedentarismo, relajación y distracción.
Otras hipótesis sugieren que estirarse del pelo es una manera de regular la ansiedad y el estrés, rebajando así el malestar emocional subsiguiente.
Se asocia a trastornos del estado de ánimo, Trastornos de ansiedad, de la conducta alimentaria, obsesivo-compulsivo y de personalidad. También suele asociarse a otras conductas compulsivas como morderse las uñas o rascarse la piel.
La Tricotilomanía se manifiesta de dos formas: automática, cuando la persona nota el comportamiento solo al ver el cabello arrancado; o enfocada, cuando el cabello se retira con alguna intención, como reducir el estrés y la ansiedad, o por puro placer.
Hay personas que no se dan cuenta de que se han arrancado el cabello hasta que no lo ven en la mesa o en su regazo, realizándolo de forma inconsciente.
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Tratamiento
El tratamiento de elección para esta patología es el abordaje psicológico reglado, siendo la más recomendada, la Terapia cognitivo conductual (TCC).
La Terapia cognitivo conductual (TCC) aplicada a la Tricotilomanía, trabaja herramientas de toma de conciencia del acto, así como entrenamiento del control de los impulsos como puede ser el uso de guantes o taparse la cabeza con gorros u otras prendas que le impidan el acceso al mismo.
El uso de farmacoterapia como el uso de Inhibidores selectivos de la recaptación de Serotonina (ISRS), no han sido eficaces para control de la sintomatología nuclear, si bien es cierto que mejoran los síntomas de ansiedad, desánimo u otros trastornos psiquiátricos concomitantes que pueden coexistir junto a la patología primaria.
Tricotilomanía en niños y adolescentes:
Los diferentes estudios realizados evidencian que estos síntomas pueden iniciarse en la infancia a la edad de 3 o 4 años, sin embargo, es en la adolescencia donde suelen agravarse la sintomatología y donde la prevalencia es mayor.
Algunas de las causas que se han postulado como posibles factores desencadenantes de la aparición de la Tricotilomanía en niños y adolescentes son:
- Ansiedad o estrés antes conflictos.
- Impulsividad y dificultad para controlarla, propio de la infancia.
- Dificultades de los menores para encontrar estrategias de regulación emocional que le ayudan a liberar tensiones.
El niño suele notar alivio al arrancarse el pelo, con sensación de bienestar posterior lo que perpetúa dicho acto.
En otras ocasiones se convierte en un ritual o idea obsesiva que el niño debe cumplir para hacer desaparecer de su cabeza un pensamiento egodistónico (que el niño no quiere tener) o parte de un pensamiento mágico (si realiza dicha acción no ocurrirá cierta idea desagradable).
Muchos de los niños no saben el motivo de dicho gesto, por lo que las preguntas e insistencias de padres y familiares como reprobación a su conducta no les ayuda y aumenta su malestar.
Tratamiento de la Tricotilomanía en niños
Al igual que en los adultos, la única intervención que ha visto su eficacia en dicho trastorno es la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), basada en eliminar la conducta de arrancarse el pelo, a la vez que se fortalecen otras conductas incompatibles alternativas. Para ello es importante la auto-observación y registro junto con el entrenamiento en respuesta alternativa.
Además de la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), se aconseja instruir al niño en herramientas de relajación, para disminuir las intensas respuestas fisiológicas de malestar emocional y disminuir la tensión y angustia intrapsíquica ante estresores desagradables.
Como en el resto de trastornos mentales que afectan a la infancia, es necesario implicar en dicha intervención a los padres, explicándoles el trastorno así como en no juzgar al niño ni reprochar su conducta, comprendiendo que los niños no lo hacen de forma voluntaria.
En esta etapa de la vida los tratamientos farmacológicos se mantienen en una segunda línea y sólo si el abordaje e intervención psicológica han fracasado.