Alrededor del 10% de la población general y hasta el 50% de los pacientes con problemas graves de salud Mental tienen un trastorno de la personalidad. Los TRASTORNOS DE PERSONALIDAD están definidos como un conjunto de alteraciones en la que el individuo muestran un patrón de pensamiento, percepción, reacción y relación desadaptativa que difiere con que lo que la sociedad considera como “normal”.
Estos rasgos de carácter cuando alcanzan la categoría clínica de TRASTORNO DE PERSONALIDAD, permanecen relativamente estables a lo largo del tiempo, pero cuando se intensifican y se rigidifican llegan a deteriorar de forma grave el funcionamiento social, laboral, académico e interpersonal. Cuando eso sucede, provoca en la persona un intenso malestar tanto en la propia persona como en aquellas que le rodean, ya que esa manera de funcionar, sus pensamientos y creencias pueden llevarles a comportarse de forma extraña o molesta para otras personas.
Los suelen comenzar a distinguirse al final de la adolescencia o al principio de la edad adulta. Si bien es cierto que los rasgos y los síntomas graves pueden variar con la edad, muchos acaban atenuándose con el paso del tiempo. La hipótesis diagnóstica que se maneja es la conjunción de factores genéticos y ambientales. Las experiencias de angustia, estrés o miedo durante la infancia así como haber sido víctima de maltrato o abuso pueden influir en el desarrollo de los TRASTORNOS DE PERSONALIDAD.
Tipos de trastornos de la personalidad.
Manual Estadístico de las Enfermedades Mentales de la APA (DSM-5), divide los TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD en 3 grupos o “clusters” (A, B, y C).
El Cluster A se caracteriza por parecer extraño, raro o excéntrico. Son introvertidos y no tienen relaciones sociales próximas. Incluye:
- Paranoide: desconfianza generalizada hacia los demás. Se sienten vigilados y bajo sospecha continua. Tienden a aislarse de los demás, incluso familia y amigos.
- Esquizoide: falta de interés en los demás. Se aíslan. Evitan actividades sociales y las relaciones interpersonales. Huyen del contacto. No desean ni disfrutan las relaciones. Eligen trabajos y actividades solitarias. La indifernecia emocional suele ser la norma hacia todo lo que les rodea.
- Esquizotípico: ideas raras y comportamiento excéntrico. Su habla, apariencia y conducta son atípicos. Tienen experiencias perceptivas inusuales y una manera de pensar anómala.
El Cluster B se caracteriza por apariencia dramática, emocional o errática. Son impulsivos, emocionales, llamativos, extrovertidos y emocionalmente inestables. Incluye:
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- Antisocial: desprecio por los demás. Utilizan el engaño, y la manipulación para su beneficio propio. No tiene en cuenta normas ni obligaciones sociales, impulsivos y agresivos, sin empatía ni sentimiento de culpa. Suele estar relacionado con conductas criminales.
- Límite o Borderline: personalidad débil y cambiante. Inestabilidad emocional, alterna momentos de calma con otros de ansiedad, ira y desesperación. Se esfuerzan por evitar el abandono, autoimagen inestable, sentimientos crónicos de vacío. A veces mantienen conductas de riesgos y episodios de paranoidismo.
- Histriónico: búsqueda de atención, dramatizando, emocionalmente muy sensibles, comportamiento encantador y seductor. Baja tolerancia a la frustración, buscan la aprobación de los demás.
- Narcisista: fragilidad y desregulación subyacente de la autoestima y sentimiento evidente de grandeza. Se creen más importantes que los demás. Exageran logros. Presumen de atractivo y éxito. Egocentrismo
El Cluster C se caracteriza por ser ansiosos, temerosos y con presencia de conflictos interpersonales e intrapsíquicos. Incluye:
- Evitación: Se evita el contacto interpersonal debido a la sensibilidad al rechazo. Sentimientos de inferioridad. Miedo a ser avergonzado o rechazado, pendientes de la crítica de los demás, se sienten ineptos y poco atractivos.
- Dependiente: sumisión y necesidad de ser atendidos, dependen de otra persona para satisfacer sus necesidades emocionales y físicas.
- Obsesivo-compulsivo: perfeccionismo, rigidez y obstinación. Disciplina patológica.
Diagnóstico y tratamiento
Cuando un médico sospecha su presencia, tiene que evaluar las tendencias cognitivas, afectivas, interpersonales y conductuales utilizando criterios diagnóstico específicos recogidos en los Manuales y Tratados de Salud Mental. La presunción diagnóstica está presente cuando se objetiva las tres siguientes condiciones psicopatológicas:
- Rasgos de adaptación poco flexibles, duraderos y generalizados que incluyen 2 o más de los siguientes áreas funcionales: afecto, cognición, impulsividad y funcionamiento interpersonal.
- Patrón desadaptativo genera un malestar en la persona o un deterioro en su funcionamiento diario.
- Comienzo en final de adolescencia o principio de la edad adulta, manteniendo cierta estabilidad de las dificultades a lo largo del tiempo.
La base del tratamiento de los TRASTORNOS DE PERSONALIDAD es la psicoterapia, tanto a nivel individual como a nivel grupal. La eficacia de las intervenciones será mayor si es el propio paciente es quien esta motivado y busca ayuda propia. Los objetivos del tratamiento para asegurar una recuperación y mejoría son:
- Reducir el malestar subjetivo en el paciente, ayudarle a entender que muchos de sus problemas son internos.
- Disminuir las conductas desadaptativas y cambiar los rasgos de personalidad más perjudiciales. Existe una elevada comorbilidad en estos trastornos, siendo los más frecuentes los trastornos de ansiedad, la depresión, el consumo de drogas, alcoholismo, trastornos somáticos y trastornos de la conducta alimentaria (anorexia y bulimia).
Debe hacerse una adecuado diagnóstico y enfoque terapéutico ya que el pronóstico de la enfermedad varia, complicándose el tratamiento y prolongándose el tiempo necesario hasta la remisión. El tratamiento farmacológico pueden ayudar de forma eficaz para algunos de los síntomas específicos que suelen ir acompañando como la ansiedad o la depresión.