El reconocido nadador Michael Phelps, campeón olímpico que ha logrado cinco medallas de oro en los recientes Juegos Olímpicos de Río, y que suma hasta 28 medallas de todos los Juegos en los que ha participado, cuenta en su historia personal con otros eventos que no resultan tan admirables o dignos de celebrar. El abuso de drogas protagonizó algunos capítulos de su ajetreada vida, además de que durante su infancia fue diagnosticado de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Pero los médicos trataron de calmar a sus padres: “Es un trastorno que tiene tratamiento: psicológico y farmacológico”.
Es probable que la disciplina del deporte, los entrenamientos y las competiciones le sirvieran para corregir su TDAH, y a la vista están los resultados, pero no obstante no le libraron del riesgo del consumo de drogas, ya que a los 19 años fue arrestado en el estado de Maryland por conducir bajo los efectos del alcohol, y cinco años después la federación estadounidense de natación le sancionó tres meses sin poder competir cuando se hicieron públicas unas fotos suyas fumando marihuana.
Ello no fue obstáculo para que Michael Phelps lograra conseguir sus ya míticas marcas. Como dice la frase, “no es más grande quien nunca falla, sino el que nunca se da por vencido”.
Su ejemplo nos sirve para ilustrar un tipo de casos muy frecuentes en la actualidad: los adultos que presentan o han presentado TDAH y que han tenido problemas con el consumo de drogas. La relación se establece entre otras causas por los problemas de impulsividad que caracteriza a este trastorno, lo que da lugar a numerosas conductas de riesgo entre quienes lo sufren. Asimismo, los consumidores de drogas suelen buscar unos efectos fisiológicos o emocionales en la sustancia que les ayuden a sobrellevar el excesivo nerviosismo o la imposibilidad de concentrarse en algo el tiempo necesario. En este sentido, se ha observado una elevada incidencia del consumo de cocaína en quienes sufren TDAH, debido a que esta droga les puede causar un efecto temporal de poder centrar la atención, con lo que su estado de nerviosismo se ve rebajado durante un lapso de tiempo.

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Pero otra de las lecciones que nos deja Michael Phelps es que el camino para superar los problemas no pasa por el consumo de drogas, sino más bien por lograr el control de sus propias emociones, conseguir un autodominio más allá de las competiciones y tratar de verse en positivo y ver qué nuevas metas y medallas seremos capaces de conseguir.
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