Debido a que el cerebro está acomodado y percibe una situación que salga de la rutina habitual puede llegar a desestabilizarnos.

Rutina y Cerebro

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Mantener las mismas rutinas cerebrales: un arma de doble filo

Someter a nuestro cerebro de forma repetitiva a los mismos estímulos puede afectar de forma negativa.

A menudo que pasan los años la rutina se va asentando en nuestras vidas y preferimos actividades planificadas y llevar una vida ordenada y predecible antes que la incertidumbre y el desorden. Por lo que acabamos realizando las mismas actividades de la misma manera.

Algunos estudios muestran que el cerebro humano actúa como un ordenador con diferentes aplicaciones, de modo que solemos utilizar los mismos circuitos neuronales para desempeñar nuestra actividad funcional cotidiana, con el riesgo de entrar en una rutina muy repetitiva que puede favorecer una falta de plasiticidad y una pérdida de agilidad mental.

Consecuencias de hacer lo mismo

Si realizamos de la misma manera las mismas tareas, no ejercitamos el pensamiento y se activan siempre los mismos circuitos neuronales, es decir, salta el piloto automático. Por lo que el cerebro actúa de forma rutinaria y adopta un a papel pasivo a lo largo de los días.

De modo que, al aparecer situaciones en las cuales la persona ha de enfrentarse, se suele reaccionar de una manera más desproporcionada; debido a que el cerebro está acomodado y percibe dicha situación como amenazante. Con lo cual, una situación que salga de la rutina habitual puede llegar a desestabilizarnos.

Otras consecuencias son el enlentecimiento del procesamiento de la información, la reducción de la atención y repercusiones en la memoria y en la capacidad creativa y de innovación.

De este modo, algunos estudios muestran que no utilizar ciertas capacidades pueden acabar atrofiando los mecanismos del cerebro encargados de ello.

En este sentido, el funcionamiento cerebral se asemeja al funcionamiento músculo-esquelético. Cuando una persona esta acostumbrada a la misma actividad física diaria, sin margen de someter a su organismo a realizar un mínimo de ejercicio, cuando esa persona necesita realizar una actividad extra que requiere un sobreesfuerzo nota como existe una agotamiento precoz y un cansancio temprano.

Esto explica, porque el asesoramiento deportivo por parte de profesionales intentan combinar diferentes rutinas de ejercicio o intercalar actividades cardiovasculares con actividades de fuerza con el objetivo de dotar de una variabilidad el estimulo que recibe el organismo y el sistema músculo-esquelético, lo que se traduce en un aumento del rendimiento de la capacidad física y deportiva.

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Ejercitar la mente

Se conoce que tener unos hábitos y unas rutinas resulta positivo ya que se ahorra energía mental, disminuye el esfuerzo y nos ahorra tiempo a la hora de llevar a cabo ciertas actividades.

Los estudios muestran que tener una rutina aporta sentido a nuestras vidas, aunque no significa que debamos hacer siempre las mismas actividades de la misma manera. Es decir, dentro de una rutina se pueden cambiar la forma en que se realizan ciertos actos, activando partes del cerebro que registran creatividad, innovación y estímulos novedosos para que diferentes áreas cerebrales se pongan en marcha de forma primaria y de forma interconectada. Por ello, tener diferentes formas de llevar a cabo la misma actividad resulta muy beneficioso en términos de salud mental.

Por ejemplo, a la hora de ir al trabajo, realizar un cambio en el trayecto; cepillarse los dientes con la mano no dominante o tratar de leer al revés son algunas de las actividades que podemos incorporar en nuestra vida cotidiana. Estas variaciones en las rutinas nos ayuda a mejorar la agilidad mental, estimular diferentes áreas cerebrales y mejorar la neuroplasticidad.

En resumen, realizar tareas automáticas supone una ventaja de especie pues requiere un menor desgaste y un ahorro energético aunque puede favorecer que algunos mecanismos cerebrales que no solemos utilizar dejen de tener la plasticidad adecuada, disminuya la generación de interconexiones cerebrales y puede empobrecernos en términos cognitivos y emocionales. Mientras que, realizar un entrenamiento mental, ayudaría a evitar el aletargamiento cerebral asimilable a lo que ocurre a nuestro sistema músculo-esqueletico cuando realizamos un ejercicio físico variado y que intercala diferentes modalidades.

 

Dra. Amparo Espinosa. Psiquiatra y Director de IVANE SALUD.

Unidad de Salud Mental y Psiquiatría Hospitalaria en Hospital Vithas Valencia al Mar.

Clínica de Desintoxicación y Patología Dual en Hospital Vithas Aguas Vivas.

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