Robert Gaupp y la locura de Ernest Wagner

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En la madrugada del de Septiembre de 1913, E. Wagner, enlutado y provisto de varias pistolas, sembró el terror en el pueblo alemán de Mühlhausen. Comenzó incendiando algunas posadas, cuyos nombres “el águila” ”el buey”, no son ajenos a la trama del delirio. Continuó disparando a las personas que se iban encontrando. En total 9 muertos por bala y unos 20 heridos. Cuando lograron reducir al pirómano y asesino, ninguno de los allí presentes se percató de la identidad del pistolero. Wagner yacía inmóvil y sin conocimiento, así que le dieron por muerto, y eso fue lo que le salvó de ser ajusticiado allí mismo. Fue trasladado al hospital. La policía, encontró entre sus pertenencias escritos en los que se detallaba con una precisión escalofriante los hechos que habían sucedido esa noche en Mühlhausen. Lo más sorprendente, resultó ser que esos escritos databan de hacía 6 años.

Al ser interrogado, confesó que en su otra casa en la población de Degerloch, hallarían los detalles y las razones de esos actos. Al acudir el comisario a la casa de Degerloch, tan pronto franqueó la puerta, le sacudió un hedor a cadáver muy fuerte, encontrando degollados a su mujer y sus tres hijos. En los nuevos escritos encontrados, el despercibido y valorado, maestro de escuela E. Wagner aludía a que sería necesario matar a la mitad de los habitantes de la tierra, ya que la miseria que asola el mundo proviene de actos sexuales contra-natura, explicando a que el asesinato de su familia obedecía a que –”los miserables que me han perseguido, estarían encantados de perseguir también a mis hijos”- concluyendo que: “Apartando mis aberraciones sexuales que décadas atrás he realizado con animales y que indiscutiblemente es del conocimiento de mis vecinos de Mühlhausen, así como motivo de comentarios, mofa y risas , yo soy la mejor persona que he conocido”.

 

El Caso Wagner, 1913

 

Lejos de lo que se pueda pensar, el autor de los terribles asesinatos no es un delincuente salvaje y brutal, sino un enfermo mental víctima de un delirio horroroso.Wagner padecía un trastorno delirante crónico (paranoia), de tipo autorreferencial que se fue fraguando y sistematizando a lo largo de 12 años y que era un delirio de alusión porque todo –las miradas, las risas, las murmuraciones, los comentarios burlones y el sarcasmo– guardaban relación y aludían a sus actos sexuales (zoofilia) que ocasionalmente realizaba.

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La paranoia es una forma de alienación mental que va germinando poco a poco de la personalidad del enfermo con una predisposición patológica que se manifiesta mucho antes de la irrupción del delirio a través de una serie de síntomas: hipersensibilidad; irritabilidad afectiva; suspicacia, desconfianza y proyección; elevado sentido del honor y justicia, autosuficiencia desmesurada; tendencia general a sentirse postergado e incluso perseguido; egocentrismo.

El principal móvil de Wagner fue el cruel escarnio y la persecución que duraron más de una década; ellos le pusieron el puñal y la pistola en la mano. Pero éste móvil es un delirio y éste es, a su vez, el producto de una transformación psíquica profunda y generalizada: no es un añadido secundario en la personalidad de Wagner sino lo nuclear; y es a la luz de este delirio como el acusado observa a la gente de su entorno y finalmente a todo el género humano.

 

Dr. Augusto Zafra

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