Seguro que has escuchado alguna vez hablar de la vigorexia sobre todo si tú o alguien de tu entorno practica deporte más de 3 veces a la semana. Sabemos que el deporte y el ejercicio físico es muy recomendable a cualquier edad y debe formar parte de un plan diario dentro de un estilo de vida saludable. Este ejercicio o plan de entrenamiento debe adecuarse lo máximo posible a las características de la persona, teniendo en cuenta los objetivos pero también aspectos como la edad, el peso, patologías, problemas físicos, etc.
La práctica regular de ejercicio conlleva una serie de beneficios entre los cuales encontramos la sensación de bienestar (producida por liberación de hormonas como las endorfinas o la dopamina), o la mejora de nuestro aspecto físico, que a su vez, refuerza la repetición del ejercicio.
En ocasiones, esto puede derivar en un comportamiento reiterativo y patológico, en una obsesión, produciendo graves daños, físicos, psicológicos y sociales.
El término vigorexia, conocido también como “dismorfia muscular”, “anorexia inversa” o “complejo de Adonis”, hace referencia a un desorden mental en el cual la persona presenta una obsesión patológica por ganar masa muscular. Se acompaña con una visión alterada del propio cuerpo, percibiéndose a sí mismo como débil o con poco músculo, y con alteraciones en la alimentación.
Dicho trastorno fue descrito por primera vez por el psiquiatra Harrison G. Pope en 1993, mientras estudiaba el efecto de los anabolizantes en los culturistas. Detectó que un porcentaje relevante presentaba una obsesión excesiva por los músculos y problemas derivados de ello.
Características de la vigorexia
Los aspectos fundamentales que definen el trastorno de la vigorexia son:
– Preocupación excesiva por la imagen corporal, existiendo una percepción alterada del propio cuerpo, con falta de músculo y definición.
– Necesidad compulsiva de realizar ejercicio físico para compensar el defecto percibido, lo que conduce a pasar largas jornadas de entrenamiento (a veces 6-8 h), anhelando el cuerpo perfecto.
– Se acompaña generalmente de una dieta estricta, baja en grasas y carbohidratos, alta en proteinas y asociada a consumo de anabolizantes.
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– Existen comportamientos añadidos como pasar tiempo observándose y midiéndose, visitar paginas, rrss o revistas sobre el tema y toda una ristra de pensamientos obsesivos y recurrentes acerca del cuerpo, la imagen y la dieta perfecta.
¿Cuál es el origen de la vigorexia?
Se sabe que es un trastorno mucho más frecuente en hombres, siendo la prevalencia 4 veces mayor que en mujeres. En esto no solo influyen factores biológicos, genéticos y hormonales, si no también socioculturales.
Sabemos que vivimos en una cultura y en una sociedad de culto al cuerpo y que lo relaciona con la fama, el poder, la belleza y con la aceptación social. Existen valores en relación a esto, que se proyectan desde distintos medios y que penetran en la mente colectiva, sobre todo en individuos en desarrollo, vendiéndose la idea de la importancia de la imagen, del físico y de lo que supone un cuerpo esbelto, fuerte y definido para los cánones. Antes las revistas y la tv, ahora también internet y las redes sociales, la imagen vende mucho, y se compite por ello. Es entendible por tanto que, aunque existen mujeres con vigorexia y hombres con anorexia, no es lo habitual, si no lo contrario.
Existen factores biológicos y psicológicos que también influyen, ya que no todo el mundo tiene la misma predisposición para desarrollar el trastorno a pesar de estar expuestos del mismo modo:
- Se sabe que la autoestima juega un papel fundamental, el concepto que se tiene de uno mismo y la imagen que se quiere proyectar a los demás. Los individuos que han padecido en la infancia a nivel sociofamiliar o en la escuela por bullying, pueden ser más frágiles a nivel emocional y más proclives.
- También las personas que presentan rasgos obsesivos y perfeccionistas, introvertidos o con escasas habilidades sociales.
- Esto puede conducir a un aislamiento y a una inadecuación social que se trata de compensar a través de la imagen, de querer transmitir seguridad e incluso superioridad a través del cuerpo, pero nunca se alcanza el objetivo, no se alcanza el grado de satisfacción esperado, con la consecuente frustración y malestar emocional.
Consecuencias del trastorno
Todo lo descrito suele derivar en una serie de problemas tanto físicos como psicológicos y sociales:
- Las largas sesiones de entrenamiento conllevan un descuido en otras áreas como el trabajo, la familia o los amigos.
- El sufrimiento emocional suele estar presente, sobre todo con síntomas ansiosos y depresivos, con sentimientos de insatisfacción y con una autoestima dañada.
- Por la parte física, el ejercicio repetitivo y sin descansos junto a la alteración de la alimentación y la carga hormonal, pueden producir daños irreparables en estructura osteomuscular y metabolismo.
¿Se puede prevenir y tratar la vigorexia?
Este aspecto resulta fundamental, para ello se aconseja:
- Disfrutar de la actividad física, hacerlo en grupo, y limitar el uso del gimnasio de forma individual.
- Echar mano del entrenador profesional, como supervisor.
- Ajustar el ejercicio a objetivos pero también necesidades y capacidades.
- Limitar el tiempo a la semana y ceñirse a lo preestablecido.
- Evitar sobreexponerse a ciertos contenidos en internet y RRSS
El tratamiento en sí requiere en ocasiones de farmacoterapia, dirigida hacia los síntomas ansiosos y depresivos generalmente. Junto a ello se hace un trabajo psicoterapéutico focalizado en la autoestima, imagen y concepto de si mismo, también en las habilidades sociales, en los pensamientos obsesivos y distorsiones cognitivas, así como en la ampliación de intereses y rutinas con el objetivo de reequilibrar emocional y animicamente.