Nuestra fascinación con la muerte se remonta a tiempos lejanos. Por ejemplo, la evidencia de sacrificios en los aztecas y otras culturas atestigua la capacidad de violencia contra otros humanos. Los romanos construyeron coliseos para ver, por placer, a los hombres que luchaban hasta la muerte y a los leones que se comían a los cristianos. Las ejecuciones en las que los prisioneros eran descuartizados atrajeron multitudes en Inglaterra. Hoy, en Arabia Saudí, esto ocurre con las decapitaciones públicas de delincuentes. En las zonas rurales de Pakistán, la lapidación de mujeres acusadas de adulterio no es poco común. En Nueva York, siempre ha habido visitas a lugares donde ocurrieron famosos asesinatos. Quizá, por eso, sentimos tanta atracción por las historias sobre psicópatas y criminales.
Psicópatas y criminales, ¿Cómo se relacionan?
La psicopatía es un tipo de trastorno de la personalidad que está íntimamente ligado con la conducta criminal. Las personas que padecen psicopatía, conocidos como psicópatas, son capaces de cometer actos delictivos graves como agredir o matar a otras personas sin sentir culpa o arrepentimiento.
Si bien tratará de lograr sus objetivos a través de la manipulación y el engaño, un psicópata no dudará en utilizar la violencia para conseguir sus propósitos. Esta asociación entre la psicopatía y la violencia hace especialmente relevante su estudio desde una perspectiva criminológica.
El objetivo es no solo de resolver casos abiertos. Sino también de ofrecer medidas y estrategias que ayuden a detectar posibles perfiles y prevenir la comisión de delitos. Las evidencias científicas muestran que la psicopatía sirve como factor predictor de conductas antisociales y que vulneran las normas sociales y legales.
¿A qué se debe el gusto y la admiración por las historias de Psicópatas y criminales?
La respuesta es clara: El auge de psicópatas asesinos en la pantalla.
En los últimos años muchas series de televisión han investigado la personalidad del asesino y/o el psicópata. Tratando quizá de que el televidente empatice con él o, por lo menos, se divierta con su curioso y extravagante comportamiento. No es casualidad que salgan cada vez más películas que tratan de humanizar al villano clásico contando su punto de vista (‘Cruella’, ‘Jóker’, ‘Maléfica’…).
En Estados Unidos, donde se encuentra la meca del cine, mucha gente sigue obsesionada con Charles Manson. La demostración está en que se han escrito más de 30 libros sobre su vida. La última película de Quentin Tarantino, aunque con licencias artísticas, gira en parte en torno a su figura.
Por supuesto, no podemos comparar el interés por un personaje ficticio, como puede ser el representado por Joaquin Phoenix en ‘Jóker’, con aquellas personas que deciden enviar regalos al asesino de Marta del Castillo.
No obstante, la necesidad de comprender a estos personajes y sus motivaciones parece una máxima para todas aquellas personas interesadas en las personalidades psicopáticas.
¿Por qué llaman tanto la atención los Psicópatas y criminales?
«La psicóloga criminalista Julia Shaw explica en su libro ‘Hacer el mal’ que varios estudios revelan que podemos ser sádicos. De hecho, que muchas personas estarían dispuestas a hacer daño a una víctima inocente «.
En 2013, investigadores de la Universidad de Augsburgo y la Universidad de Wisconsin Madison realizaron un estudio con personas de entre 18 y 82 años, con distintos niveles de educación, para vigilar su comportamiento.
El objetivo era saber si al público le gustaban las películas violentas (asesinatos, crímenes, etcétera) porque le gustaba recrear la violencia o porque tenían otras motivaciones ocultas.
Lo que se descubrió es que en general las personas querían ver esa clase de películas porque buscaban conocer el propósito de esa violencia y así tener oportunidad de entender cómo funciona la mente del asesino.
«Por lo general, cuando vemos películas sobre asesinos y psicópatas no solamente nos cuentan un suceso, también tenemos la oportunidad de tener más detalles sobre su vida y lo que los llevó a actuar de ese modo. Esto nos engancha, queremos entender por qué alguien puede hacer algo horrible a otra persona, ya que es una información diferente a la que nos cuentan en las noticias»; explica Shaw.
¿Tratamos de empatizar entonces con los psicópatas y los criminales? ¿Podría ser la razón por la que últimamente parece que intentamos humanizar al villano clásico?
«El entender el contexto del personaje, así como su vida y los motivos que le llevan a actuar de esa manera, permite al espectador, empatizar con el criminal. Por lo general, la mayoría de las personas, huimos de la violencia, pero es diferente en la gran pantalla, por este motivo, nos permite ir más allá y entender», señala la psicóloga.
Admiración actual por los asesinos seriales
La expresión ‘asesino serial’ fue acuñada por Robert Ressler, agente del FBI, también de la Unidad de Ciencias del Comportamiento, la agencia con mayor autoridad mundial en el tema.
Con esa denominación, explica Raúl Torre, profesor de criminología y criminalística, son reconocidos los individuos que matan en forma reiterada, con intervalos ‘cooling off’ entre uno y otro hecho (indicativo de premeditación), sin motivo aparente, y que ejecutan al menos dos homicidios.
PROTEGEMOS LA SALUD MENTAL DE LOS TUYOS DESDE HACE 9 AÑOS
SESIONES PRESENCIALES Y TAMBIÉN ONLINE
El interés en el crimen y en particular en los asesinos en serie se ha convertido en algo omnipresente en la cultura popular.
Jack el Destripador, el asesino en serie más famoso de todos, tal vez porque nunca fue atrapado, fue inmortalizado, con considerables licencias artísticas, en cientos de novelas, cómics, películas y programas de televisión. Las visitas guiadas por los lugares donde cometía sus asesinatos en el este de Londres siguen atrayendo a multitudes, especialmente las nocturnas.
En 2014, más de 70 millones descargaron el podcast de 12 partes Serial, que investigó el asesinato en 1999 de Hae Min Lee, una colegiala de 17 años de Baltimore, Maryland, EE.UU. Anteriormente ningún podcast había superado los 5 millones de descargas.
El Museo de Londres expuso una colección de 600 objetos de los archivos criminales de la policía metropolitana. Nunca antes había vendido tantas entradas anticipadas el museo.
En Washington DC, una de las atracciones familiares más populares, antes de su cierre en septiembre pasado, era el Museo del Crimen, de propiedad privada. Allí se podía encontrar curiosidades como algunos trajes del «Payaso asesino» o «Pogo» y los óleos que utilizó para crear cuadros como uno que está colgado en la casa de Schwenk. También estaba el viejo y oxidado escarabajo Volkswagen color arcilla en el que Ted Bundy asaltó y asesinó a decenas de mujeres jóvenes en California en la década de 1970.
La histeria que rodea los asesinos en serie no es nada nuevo
Los asesinos en serie y tipos de esa estirpe atrajeron atención excesiva desde la aparición de los periódicos de circulación masiva en el siglo XIX e incluso antes.
Una de las explicaciones más provocativas del atractivo de los asesinos en serie es que cumplen una función social. Es decir, nos permiten satisfacer nuestras fantasías más vengativas sin tener que actuar y, cuando el criminal es arrestado, sin tener que sentirse culpable.
«Son como la catarsis de lo peor de nosotros, un rayo para nuestros pensamientos más oscuros, como los come pecados de la época medieval que se llevaban los pecados de otros y al hacerlo, limpiaban la sociedad», explica el sociólogo Bonn.
Eso explica, en su opinión, la razón de que haya personas que no pueden evitar ver los videos de ejecuciones que publica ISIS, a pesar de que quizás después se arrepientan.
También puede explicar por qué, cuando vemos un accidente, reducimos la velocidad, tratando de ver el horror que tenemos a mano. Quizás, nos atraen tanto los psicópatas y los criminales porque lo que nos gusta es estar aterrorizados.
Hibristofilia: ¿por qué a algunas mujeres les atraen sexualmente los criminales?
La hibristofilia es una parafilia en la cual la excitación sexual y la obtención del orgasmo se producen como respuesta a mantener una relación con una persona que ha cometido:
- Una fatalidad
- Engaño
- Mentira
- Infidelidades
- Crímenes como violaciones, asesinatos o robo a mano armada.
Fue el prominente psicólogo y sexólogo John Money quien acuñó el término por primera vez en los años 50. Con él describía un fenómeno que para él era patológico y que afectaba sobre todo a las mujeres heterosexuales.
Como todas las parafilias, la hibristofilia define una forma de obtención del placer sexual que se desvía de lo considerado estándar.
No existen muchos estudios científicos sobre la hibristofilia ni datos sobre cuánta gente tiene tendencias hibristófilas. Probablemente porque no es una enfermedad sino una preferencia sexual que se puede manifestar en distintos grados de intensidad.
Hay mujeres que se enamoran de los criminales solo con ver sus fotos o leer sobre lo que hicieron en la prensa. Primero empiezan a escribirles y algunas pasan a llamarlos, visitarlos e incluso llegan a involucrarse en su defensa o ayudarles económicamente. En otras ocasiones apenas hay contacto físico alguno: la relación es más bien de una fantasía romántica.
Incluso existen casos poco frecuentes de hibristofilia extrema y activa en los que las mujeres pueden llegar a ser cómplices de los crímenes de sus amantes. Por eso a veces se denomina coloquialmente a esta parafilia como el síndrome de «Bonnie & Clyde». En referencia a la famosa pareja de criminales fugitivos que captaron la atención de la prensa estadounidense en los años 30 e inspiraron después películas y series de televisión.