Autismo (TEA) y la salud mental
Los Trastornos del Espectro del Autista (TEA) son trastornos del neurodesarrollo caracterizados por dificultades socio-comunicativas y conductas restrictivas y repetitivas.
Seis de cada 10 personas con Trastorno del Espectro del Autista presentan al menos un trastorno comórbido de salud mental a lo largo de su vida, así como altos niveles de malestar psicológico; 6 de cada 10, incluso más de uno.
A pesar de ello, apenas existe investigación ni está contemplada en el Sistema Nacional de Salud ni en los dispositivos existentes especializados en la atención a la salud mental de la población.
Los trastornos mentales más frecuentes que sufren los TEA son los trastornos del estado de ánimo (depresión), que lo presentan el 57% del colectivo, y los trastornos de ansiedad, que lo presentan casi el 54%.
Muchos de estos trastornos comienzan a manifestarse en la adolescencia y se presentan con mayor intensidad al llegar a la vida adulta.
En muchas ocasiones pueden ser fruto de la interacción entre las propias características que definen los TEA y un entorno no adaptado a sus necesidades.
Esta interacción hace que la persona se vea expuesta a situaciones difíciles de afrontar, desarrollando estrategias poco adaptativas para responder a las mismas, lo que incrementa su vulnerabilidad y el riesgo de presentar un trastorno comórbido.
¿Por qué el TEA se asocia frecuentemente con la ansiedad y la depresión?
Según una investigación publicada en el Journal of Abnormal Child Psychology, casi la mitad de los adultos con autismo sufrirán depresión en algún momento de su vida. ¿Cuál es el origen de la depresión en los adultos jóvenes con autismo?
Hay una multitud de razones por las que las personas experimentan ansiedad y depresión. Lo que hace que las personas con autismo sean más propensas a experimentarla suele estar asociado a los desafíos de las habilidades sociales.
Muchos factores diferentes pueden contribuir a la frecuencia de la depresión en la Comunidad Autista.
Entre ellos está el acoso en la escuela, “masking” (enmascaramiento), sobrecarga sensorial, dificultad con el cambio y las transiciones, perfeccionismo, preocupaciones, aislamiento y soledad.
De todas estas posibles variables, la soledad es el indicador estadístico más común de depresión.
Como resultado, pueden tener más dificultades para hacer y mantener amigos.
También tienen comportamientos inusuales y repetitivos que otros consideran inusuales o indeseables.
Las personas autistas tienen 4 veces más probabilidades de experimentar depresión a lo largo de sus vidas que las personas no autistas. Es una estadística que no debe sorprendernos.
Es más alta la energía y el esfuerzo que necesitan las personas autistas para participar en un mundo que no está diseñado pensando en ellos.
A menudo se espera que las personas autistas sean las que cambien para cumplir con las normas sociales. No cuentan lo cansado y desalentador que es sentirse constantemente incomprendido/a o excluido/a.
Por eso es tan importante tener espacios donde las personas autistas puedan compartir su identidad auténtica sin ser juzgadas y recibir la validación de otras personas que tienen experiencias similares.
La depresión puede parecer diferente para las personas autistas que para las personas no autistas. En lugar de mostrar sentimientos de tristeza, las personas autistas pueden experimentar más insomnio o inquietud.
Las estrategias recomendadas que pueden ser útiles, como por ejemplo la “atención plena”, el ejercicio o la ayuda a los demás, que requieren más energía, pueden no ser tan asequibles una vez que la depresión se ha instalado.
La ansiedad y el autismo son dos condiciones que se dan a menudo, en mayor o menor grado, de forma compartida, afectando significativamente la vida de quienes la experimentan.
Las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) suelen presentar niveles de ansiedad más altos que la población general, una situación que plantea desafíos adicionales tanto para ellas como para sus familias.
La prevalencia de la ansiedad entre las personas con autismo es notablemente alta. Desde la comunidad científica reportan estudios en los que más del 50% de las personas con TEA también tienen un trastorno de ansiedad concurrente.
La ansiedad puede presentarse en forma de fobia específica, ansiedad social, ansiedad generalizada, ataques de pánico, ansiedad de separación o agorafobia, entre otras.
Esta coexistencia puede deberse a varios factores y requiere de un abordaje interdisciplinar junto con una mirada comprensiva, respetuosa e integradora.
Síntomas comunes de la depresión en el autismo
Muchos de estos trastornos comienzan a manifestarse en la adolescencia y se presentan con mayor intensidad al llegar a la vida adulta.

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La depresión para las personas con autismo puede ser un escenario único. Los trastornos del estado de ánimo son comunes en las personas con autismo. Por ello, algunos síntomas de la depresión pueden coincidir con el propio autismo.
Debido a esto, es importante distinguir las diferencias significativas para que los padres y cuidadores puedan reconocer correctamente la depresión en el autismo.
Los padres y cuidadores son las primeras personas que deberían notar un cambio en el comportamiento de su hijo. Puede ser posible interpretar erróneamente las emociones del autismo y descartar la posibilidad de una depresión.
Algunos de los síntomas de la depresión en el autismo son:
- Comportamiento obsesivo
- Estimulación
- Retraimiento social
- Comportamiento oposicionista y agresivo
- Autolesiones
- Alteraciones del sueño
- Baja autoestima
- Tristeza
Como padre, madre, cuidador, entrenador u otro adulto importante en la vida de un adolescente, por ejemplo, tenga en cuenta si su hijo come o duerme más o menos de lo habitual, si pasa más tiempo solo o si está menos interesado en las actividades que suele disfrutar.
Algunos adolescentes serán más emocionales cuando se sientan estresados, ansiosos o deprimidos. Algunos estarán menos comprometidos o incluso se aislarán de sus amigos, familiares, mascotas o actividades.
Lo importante es recordar que notar cambios en el comportamiento es una pista importante.
Todos los adolescentes manejan las emociones de forma diferente. Los adolescentes autistas podrían tener más o menos capacidad para comunicarse verbalmente. Por lo tanto, su comportamiento será una pista fundamental de lo que les podría estar ocurriendo.
Los adolescentes autistas podrían mostrar más comportamientos repetitivos (como, por ejemplo, agitar las manos) o insistir en patrones de comportamiento.
Si nota cambios, es un buen momento para intervenir. Puede hacerlo verbalmente mediante preguntas, o no verbalmente, acercándose y ofreciéndole señales amables de tranquilidad.
Autismo, depresión, tendencias autolesivas y suicidas
Un estudio publicado en Autism Research revela que el riesgo de suicidio en personas autistas está aumentado en comparación con sus compañeros neurotípicos. En el estudio, 49 personas con autismo murieron por suicidio en Utah entre 1998 y 2017.
Otra investigación de Autistica.org afirma que los adultos autistas que no tienen problemas de aprendizaje tienen nueve veces más probabilidades de morir por suicidio en comparación con sus compañeros neurotípicos.
Los niños con autismo tienen 28 veces más probabilidades de tener pensamientos suicidas o un intento de suicidio.
La mejor manera de saber si un adolescente o un niño autista tiene ideas autolesivas es simplemente preguntar. Puede ser difícil para una persona con autismo comunicarse, por lo que es importante también observar las señales no verbales.
Otras estrategias para ayudar son:
- Estar con la persona, aunque se niegue a hablar.
- Contar la situación a otras personas (amigos, profesores).
- Escuchar atentamente sus historias para ayudar a identificar un desencadenante.
- No juzgues a la persona cuando te cuente sus pensamientos negativos.
- Recuérdale que siempre estás ahí, dispuesto a hablar y/o escuchar.
- Enséñele el número al que debe llamar cuando tenga pensamientos suicidas cuando usted no esté presente.
Si tu hijo no quiere hablar de ello, pero sientes que está contemplando el suicidio, entonces debes iniciar la conversación. Haz que tu hijo se sienta amado y valorado y asegúrale que todo problema, por pesado que sea, tiene solución.
En los casos graves en los que el niño se autolesiona, puede ser necesario un abordaje directo. La intervención en crisis puede ser necesaria cuando se han intentado todos los medios de prevención.
Aunque los problemas de salud mental son comunes en los adolescentes en el espectro autista, eso no significa que todos vayan a tener un diagnóstico de salud mental adicional.
Incluso si su hijo no tiene ningún problema, siempre es bueno estar en contacto con él a menudo, hablar con él sobre sus intereses y disfrutar de tiempo para relajarse juntos.
Son formas estupendas de fomentar la resiliencia en momentos de estrés y de desarrollar habilidades para sobrellevar problemas para el futuro.
En resumen, la salud mental es una preocupación común y significativa para las personas con autismo y sus familias.
Comprender la relación entre la salud mental y el autismo, y adoptar estrategias efectivas para manejarlas, puede mejorar significativamente la calidad de vida de la persona autista y de sus familias.
Ser amigable con el autismo significa ser consciente del compromiso social y los factores ambientales que afectan a las personas en el espectro del autismo.
Aplicar modificaciones en los métodos de comunicación y en el espacio físico para adaptarse mejor a las necesidades únicas y especiales de cada persona, reducirán sus niveles de ansiedad, depresión o cualquier otra afección mental y mejorarán su conducta adaptativa.