La legalización de la marihuana no reduce el consumo ilegal de esta droga

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El pasado 26 de abril el periódico El País publicaba una noticia; en la que se podía leer la legalización en los estados norteamericanos que aprobaron el uso medicinal de la marihuana. Han aumentado más los consumidores de este derivado cannabinol ilegal en los estados con una política más restrictiva.

Los autores del estudio lanzan diversas hipótesis para este fenómeno. La legalización, aunque solo sea para uso medicinal, ha generado una actitud más positiva o permisiva. El consumo de cannabis en general está viéndose más seguro, menos problemático. Eso ha llevado indirectamente a que se consuma más cannabis ilegal.

Pero no hay que olvidar que a pesar de unas determinadas aplicaciones médicas (paliativas) y conocidas del cannabis, su consumo no está exento de riesgos para la salud física y psíquica de la persona que lo consume, bien de forma legal o legal. En éste sentido, el riesgo de generar una enfermedad de dependencia y desarrollar una verdadera adicción es una realidad manifiesta y que dentro de la sintomatología descrita clásicamente y que se traduce en problemas médicos de primer nivel, encontraríamos el enlentecimiento o descoordinación motora; la pérdida de ritmo cognitivo; la apatía o falta de la propia iniciativa que se traduce en el llamado «síndrome amotivacional», en el que la persona que consume cannabis de forma crónica pierde total interés por realizar todo tipo de actividades lo que se traduce en una ruptura de su directriz vital; reacciones de disforia, irritabilidad y agresividad; trastornos depresivos mayores; y cuadros delirantes-alucinatorios.

Estos efectos variarán o podrán ser distintos dependiendo de la intensidad y el tiempo que se lleve consumiendo, así como de la vulnerabilidad intrínseca del sujeto y el perfil psicológico del consumidor. Por ejemplo, un adolescente tímido y con dificultades para relacionarse puede encontrar en el consumo de cannabis un falso recurso que le ayude a evadirse de sus limitaciones, pero podrá producir un aumento en su aislamiento y mayor dificultad para aprender a relacionarse con los demás. Por contra, alguien con tendencias agresivas o violentas puede fumar cannabis para tranquilizarse, pero será muy probable que vea aumentada su tendencia a mostrar reacciones de pérdida de control con el enfado a medio plazo.

Una percepción del consumo de cannabis como algo beneficioso o medicinal puede llevar a que mayor número de personas recurran a él para afrontar sus dificultades personales.

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La banalización o dulcificación de sus efectos obviando los problemas citados, supone un sesgo en la balanza beneficio/riesgo del consumo de cannabis, en el que la frontera entre el uso recreativo y el uso medicinal debe estar bien definido, con protocolos de actuación aceptados por la comunidad científica internacional y bajo criterios profesionales estrictos.

A nivel Nacional, España registra la percepción de riesgo asociada al cannabis más baja de toda Europa, y casi al mismo nivel que el tabaco o el alcohol. Nuestro contexto cultural y social específico debería alertar sobre la magnitud y la responsabilidad política y sanitaria que se cierne sobre el debate de la legalización de la marihuana y sus derivados, con independencia de su uso o aplicación.

 

Fermín Ferrero

Coordinador psicólogo de IVANE

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