La depresión como factor de riesgo de la adicción

La depresión y su impacto en las adicciones y en el abuso de sustancias

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Más allá de la pura curiosidad, conocer los factores que pueden dar lugar a una adicción resulta de especial interés tanto a los profesionales que trabajan en este campo como a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

Poder predecir o anticipar la aparición de problemas de este tipo supone una ventaja para reaccionar a tiempo ante sus consecuencias, o incluso para prevenir su aparición.

Los diferentes factores estudiados que pueden ser un riesgo para una adicción abarcan ámbitos como el entorno de la persona (círculo de amistades, calle o barrio de residencia), la calidad de las relaciones familiares, y por último características personales de muy diversa naturaleza.

La investigación a este respecto nos revela que dentro de la persona confluyen numerosas circunstancias que se combinan de forma compleja para dar lugar a un resultado u otro distinto. En este sentido, no podemos dejar de mencionar aspectos como las experiencias del individuo en su infancia (haber sufrido malos tratos, acoso o abusos, por ejemplo); estilos de personalidad como la impulsividad, el carácter evitativo o una elevada sensibilidad… todo son elementos que nos destacan la importancia de la estabilidad personal para evitar problemas de adicción.

Los Trastornos Depresivos y del Estado de Ánimo son uno de esos factores individuales que supone siempre un riesgo muy elevado para la posible aparición de trastornos adictivos, y por diversas causas.

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Básicamente, la persona con depresión puede entrar en una dinámica de consumo de medicamentos en la que en ocasiones aparece la automedicación como forma de intentar paliar los síntomas de malestar y buscar aniquilar el sufrimiento. En depresiones prolongadas, la resistencia de la persona se ve seriamente mermada, fruto de lo cual pueden alterarse las pautas de medicación recomendadas, especialmente en ansiolíticos. Estas prácticas suponen una potenciación de la automedicación, que es un factor de riesgo importante para despertar comportamientos adictivos. Por otra parte, la combinación de diversos medicamentos sin la adecuada supervisión médica puede dar lugar a un empeoramiento de los síntomas de malestar por efecto rebote, lo cual puede facilitar la búsqueda de alivios rápidos por otras vías, como las drogas entre las que se encuentran con más frecuencia el alcohol o el cannabis, si la persona tiende a un afrontamiento desde la evitación, o bien la cocaína o los estimulantes, si la persona lucha contra el malestar depresivo buscando una activación de su organismo.

También conviene destacar la baja tolerancia a la frustración que manifiestan las personas depresivas les puede llevar a buscar ayuda en opciones que podrían parecer terapéuticas pero que en realidad no lo son. No es lo mismo tomar una medicación pautada y de forma ordenada que tomarla a demanda y de forma desordenada. Justamente estos estímulos biológicos sin control enlentecen el proceso de recuperación de la persona depresiva, alivian el malestar desde la desconexión o la anestesia del funcionamiento cerebral y no desde una facilitación de la homeostasis del órgano enfermo, tal y como se pretende cuando su medico especialista en psiquiatría le recomienda tomar una medicación prescrita. En esta tesitura, las drogas y el alcohol suelen aparecer como un recurso fácil y tentador para que una persona con depresión consiga desconectar de los problemas que le asfixian.

Muy ligado a esto, la mezcla de medicación con alcohol u otras drogas se convierte en algunas personas depresivas en una combinación que raramente aparece por casualidad, ya que la clínica asistencial se observa esta comorbilidad con una elevada frecuencia y genera abusos de sustancias de un altísimo poder adictivo, y que implica la aparición de cuadros depresivos más severos que generan serios problemas para la salud global de la persona.

Los problemas de depresión y adicción son más frecuentes de lo que parece, y más si tenemos en cuenta la alta incidencia de la depresión en la población normal. Su tratamiento exige un abordaje terapéutico de la patología dual, el tratamiento conjunto de la adicción y la depresión, enfocado a la desintoxicación de deshabituación de la adicción y el tratamiento eficaz del cuadro depresivo para tener mayores posibilidades de éxito.

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