La ansiedad implica una activación fisiológica en la que estarán implicadas muchas respuestas del sistema nervioso autónomo (vísceras, piel, etc.), del sistema nervioso motor (músculos voluntarios e involuntarios) y de otros sistemas. El problema se da cuando dicha ansiedad alcanza un nivel de intensidad tan elevado que el individuo lo vive con malestar y acaba interfiriendo en su funcionamiento habitual.
Practicar paracaidismo, hablar en público, entrevistarse para un puesto de trabajo, etc. ¿Qué tienen en común estas situaciones? Son eventos potencialmente estresantes y cuyas consecuencias pueden resultar amenazantes por lo que la mayoría de nosotros responderíamos cierto grado de “ansiedad”. Y es que la ansiedad es una de las emociones más naturales, es el resultado de la adaptación universal ante una posible amenaza. Nuestro cuerpo y mente se preparan para enfrentarse a ello.
También sabemos que dichos cambios corporales (tasa cardiaca, sudoración rubor, respuestas gástricas, dificultades respiratorias, etc.) no se dan únicamente en un contexto ansioso, esa misma activación fisiológica es la que se produce ante la realización de una actividad física intensa, con la diferencia de que en este contexto creemos tener el control sobre las respuestas que está dando nuestro cuerpo.
Una persona que realice ejercicio físico intenso de forma habitual está familiarizada con todas estas sensaciones corporales, su mente no las identifica como un peligro o amenaza para su salud, más bien al contrario. Por otro lado, la falta de información o experimentación de dichas sensaciones puede desembocar en miedo o incluso pánico. A su vez, este miedo provoca ansiedad, activación fisiológica y la acentuación de las respuestas fisiológicas. Esto explicaría porque la inactividad está muy relacionada con el desarrollo de un trastorno de corte ansioso, junto a síntomas como tensión muscular y estrés.
Estudios muestran que un programa de ejercicio físico de seis semanas es capaz de aliviar los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada.
Existe evidencia de que el ejercicio es una opción terapéutica útil (adyuvante a una psicoterapia estructurada) en el abordaje de desórdenes de ansiedad, especialmente el de tipo aeróbico, como la natación, el atletismo, el baile o el ciclismo. Estudios muestran que un programa de ejercicio físico de seis semanas es capaz de aliviar los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada. Se ha encontrado, también, que el ejercicio ayuda a amortiguar los efectos de la exposición emocional, gracias a la liberación de ciertas hormonas que producen esa sensación de bienestar que experimentamos tras la actividad física favoreciendo relajación, placer, disminuyendo el estrés y mal humor, por lo que no sólo reduce la ansiedad, si no que mejora la forma en la que nos enfrentamos a ella.
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Marta Escobedo. Psicólogo de IVANE SALUD.
Dra. Giovanna Legazpe. Psiquiatra de IVANE SALUD.
Unidad de Salud Mental y Psiquiatría Hospitalaria en Hospital Vithas Valencia al Mar.
Clínica de Desintoxicación y Patología Dual en Hospital Vithas Aguas Vivas.