Insomnio y Estrés Crónico
EL INSOMNIO
El INSOMNIO es la dificultad para tener una adecuada conciliación del sueño o un mantenimiento del mismo. Esta falta de “sueño reparador”, tanto por la reducción de la cantidad del sueño como por una menor calidad del mismo, provoca durante el día síntomas físicos y mentales como el cansancio, fatiga, falta de concentración, irritabilidad, bajo ánimo y ansiedad que se traduce en un importante malestar y un disminución del rendimiento laboral o académico.
De forma general, se dice que una persona tiene PROBLEMAS DE SUEÑO o INSOMNIO cuando durante un periodo de un mes, existen estos tres síntomas y signos, en un rango de al menos 3 días a la semana:
- Conciliación del sueño superior a 30 minutos.
- Duración de sueño inferior a 6 horas.
- Estar despierto durante más de 30 minutos a lo largo de la noche.
Las MEDIDAS HIGIÉNICAS Y CONSEJOS PARA EVITAR EL INSOMNIO son:
- Acostarse y levantarse a la misma hora.
- Dormir lo necesario, ni más ni menos que el tiempo que nos permita estar óptimos para llevar nuestra actividad cotidiana.
- Hacer deporte y ejercicio con regularidad y en tiempo suficiente para mantener un metabolismo activado.
- Cuidar el entorno donde dormimos: habitación ventilada, temperatura adecuada, cama y almohada confortable, ausencia de ruidos y luz tenue.
- Evitar digestiones pesadas o la sensación de hambre previo a dormir. Evitar cafeínas o estimulantes a partir desde las 17,00h.
- Evitar el uso de pantallas de smartphone, iPad u ordenador a partir de las 21,00h.
Tratamiento del Insomnio
El abordaje terapéutico del insomnio debe estar focalizado en realizar un cuidadoso estudio para encontrar el origen primario del mismo. Este puede ser neurológico o psíquico, ya que hay estados de ansiedad, depresiones o psicosis puede conllevan la aparición de INSOMNIOS persistentes, y por tanto, necesitan un abordaje específico del trastorno primario que provoca el síntoma del insomnio.
Tras éste análisis cuidadoso se establece un Programa de Atención Individualizada (PAI) siendo el inicio del tratamiento la recuperación de los ritmos circadianos y el reequilibrio del eje sueño-vigilia. En este contexto, el uso de psicofármacos (hipnóticos) al inicio puede ser útil y debería ser limitado en el tiempo.
El mantenimiento de un sueño reparador debe llevar el aprendizaje y el entrenamiento de técnicas de relajación, como es saber realizar una correcta respiración diafragmática, mantener unos hábitos saludables de vida y saber dosificar el estrés diario.
ESTRÉS CRÓNICO
Los tiempos modernos, conllevan una alta intensidad e inmediatez en los ritmos de vida y en los estímulos que recibe nuestro sistema nervioso a diario. La ansiedad “sana” es necesaria para la supervivencia, nos mantiene vivos y en alerta para poder llevar el día a día. El estrés patológico excede los mecanismos adaptativos del ser vivo y mantenido en el tiempo provoca un desequilibrio en nuestro organismo que nos puede provocar enfermedades psico-físicas.
La depresión, la ansiedad, las adicciones, el alcoholismo y el abuso de tranquilizantes son los equivalentes enmascarados de un estrés mal gestionado por una sobrecarga que excede los mecanismos de afrontamiento y de adaptación a los estímulos que recibimos y que no sabemos digerir a nivel mental.
Muy probablemente, esto sea debido a que el sistema nervioso del ser humano se ha desbordado por los estímulos tan cambiantes e intensos a los que estamos siendo sometidos en las últimas décadas. En este proceso de adaptación al cambio, existen personas cuyas capacidades internas han sabido reinventarse a esta exigencia. Sin embargo, existen otras muchas personas cuya resiliencia y adaptabilidad se ha visto resentida de forma lenta e insidiosa, fracasando los mecanismo de compensación y poco a poco han ido entrando en un malestar donde los procesos de vulnerabilidad – estrés – afrontamiento se han desequilibrado hacia un desenlace en clave de enfermedad como es la aparición de síntomas de ansiedad, agorafobia, depresión, trastornos por estrés, trastornos somáticos o la eclosión de verdaderos trastornos mentales genuinos como el trastorno bipolar, la esquizofrenia o la depresión endógena.
¿Realmente el estrés es el origen y el factor fundamental de la aparición de algunos malestares psíquicos?, probablemente no ¿Existe un tratamiento generalizado del estrés?, categóricamente no.
El estrés acompaña a la propia existencia del ser vivo y es necesario para la supervivencia y para mantener ciertos ritmos biológicos en la especie animal, y en ese punto el ser humano no es tan distinto.
La prevención es el primer eslabón y el más importante. La prevención de la aparición de los TRASTORNOS POR ESTRÉS CRÓNICO hace necesaria actuación del estrés tanto a nivel individual como a nivel colectivo, tanto en entornos académicos, como en entronos laborales.
Cuando aparecen los primeros síntomas como la ansiedad, la depresión o el insomnio el abordaje requiere una evaluación por profesionalo experto para realizar un diagnóstico precoz y certero. Tras esto, es necesario planificar un abordaje terapéutico eficaz tan temprano como sea posible. Cuando se consigue atenuar y tratar estos síntomas psicológicos y psiquiátricos, el tratamiento debe ir enfocado en una prevención eficaz de recaídas y un reaprendizaje de unos ritmos de vida saludables.
Actividades básicas de la vida diaria como comer sano, con un horario rutinario y con una carga calórica justa; integrar el ejercicio físico como una conducta preventiva de enfermedades; dormir de forma adecuada y con una buena higiene del sueño; evitar el abuso y la ingesta de drogas u alcohol; evitar el tabaco y realizar chequeos médicos de forma regular… formarían parte de hábitos saludables que ayudarían sin lugar a dudas a una prevención de los TRASTORNO POR ESTRÉS CRÓNICO en las personas. En este sentido, desde los entornos educaciones o laborales es necesario instaurar una cultura de salud de grupo, donde se incentivaran programas específicos para la prevención de esta verdadera pandemia que atenta contra nuestra Salud Mental.