Estabilidad económica y salud mental
La estabilidad económica puede ocasionar problemas de salud mental. Mil millones de personas en el mundo, una de cada ocho, vive con un problema de salud mental, según la Organización Mundial de la Salud.
La cuestión no es nueva, pero la atípica situación que generaron la pandemia por el COVID-19 y los confinamientos disparó los casos y contribuyó a sacar a la luz un asunto del que no era frecuente hablar en público.
Lejos de ser una cuestión individual, la salud mental es uno de los grandes retos sanitarios actuales, que tiene unas profundas consecuencias socioeconómicas y obliga a replantear el modo en que se está afrontando.
Cuando se habla de estabilidad económica se hace referencia a la capacidad en la que los recursos económicos y monetarios nos permiten afrontar gastos, tanto previstos como inesperados, para cubrir necesidades que mantienen en equilibrio nuestro bienestar y la calidad de vida.
Los expertos en estos temas nos advierten que una mala salud financiera puede conllevar problemas de salud mental.
Los gastos inesperados, la incapacidad de ahorrar para la jubilación y los tratamientos médicos que conllevan un desembolso importante suelen ser factores que pueden desencadenar estrés, ansiedad y otros trastornos.
Ninguna persona que no tenga sus necesidades básicas y las de su familia garantizadas puede tener paz mental y tranquilidad. Esta situación de incertidumbre y miedo puede despertar todos los síntomas y patologías mentales a las que estemos genéticamente predispuestos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental, no solo como la ausencia de afecciones o enfermedades, sino como un estado de completo bienestar físico, mental y social.
Fuentes de este organismo opinan que las políticas estatales deberían ocuparse, además de los trastornos mentales y de su patología, de reconocer y abordar cuestiones más amplias, subrayando la importancia de la promoción de una salud mental integral.
¿Cómo impacta la estabilidad económica en la salud mental?
El interés por la salud mental y la economía tomó un giro diferente cuando el sociólogo Harvey Brenner publicó en 1973 su estudio sobre estrés por causas económicas y hospitalización de enfermos mentales.
Brenner estudió todos los ingresos en hospitales psiquiátricos en el estado de Nueva York durante 127 años, desde 1841 a 1967.
Observó que incluso pequeñas recesiones económicas eran el factor más importante para que aumentaran los índices de hospitalización y que, a la inversa, estos disminuían con la reactivación de la economía.
Brenner halló también que este rasgo era relativamente estable durante todo el período del estudio.
Basándose en estas observaciones, Brenner señaló que el sentimiento de fracaso producido por vicisitudes como el desempleo pueden desencadenar actitudes y procesos que lleven a la hospitalización.
A pesar de la creencia tan difundida en los Estados Unidos de América de que trabajar duramente, la iniciativa individual, etc., son la clave del éxito económico, Brenner dio a entender lo contrario.
Mencionó que la suerte de incluso las personas más productivas depende mucho de cambios económicos que están fuera de su control. Y que la gente es víctima de situaciones económicas determinadas por otros. Condiciones que limitan sus posibilidades de opción y repercuten grandemente en su estado mental y en su vida.
Las personas con poca estabilidad mental tienen mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental
Según la presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico (APPR), Kevia Calderón Jorge, las personas que pierden su empleo, que no tienen ahorros para vivir y no gozan de ayudas económicas tienen mayor riesgo a sufrir de problemas de salud mental. A esta comunidad, explicó, les siguen aquellos que viven de sus ahorros limitados sin garantía de estabilidad económica a largo plazo.
El obtener o no estabilidad económica implica diversas consecuencias. No sólo económicas, sino también sociales y psicológicas debido al sentido de identidad, relaciones y sensación de productividad que se construyen dentro de un ambiente laboral. El estado de ánimo que se produce ante esta estabilidad influye en la forma en cómo se abordan las decisiones financieras.
Por lo tanto, cuando alguien afronta una crisis como el desempleo, deudas u otros problemas financieros su bienestar se ve afectado. Produciendo sentimientos de estrés y ansiedad ante la incertidumbre y preocupación que genera la situación.
Suicidio y crisis económicas
En 2009, la revista The Lancet publicó un estudio sobre la mortalidad en 26 países europeos durante las crisis económicas de las pasadas tres décadas (abarcando el periodo 1970-2007).
Dicho estudio demostró un aumento en la tasa de suicidios entre los menores de 65 años, pertenecientes a la fuerza laboral. En cambio, hubo una disminución de los accidentes en carretera. Desde 2009, con la crisis bancaria internacional se incrementó el desempleo en forma vertiginosa, en un 35% sobre las cifras de 2007.
La tasa de suicidio ha aumentado entre el 5% y el 17% en 9 de los 10 países europeos estudiados, en la población menor de 65 años, en el periodo entre 2007 y 2009. Del mismo modo, se replicó el hallazgo de la disminución de los accidentes en carretera.
Muchos estudios han correlacionado las crisis económicas con el aumento de muertes por suicidio, en una proporción del 0,8% de aumento en la tasa de suicidio por cada 1% de aumento en el desempleo.
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Esta misma relación con el desempleo se presenta con los trastornos mentales como depresión y ansiedad, entre otros.
Consecuencias de la estabilidad económica en la salud mental de los jóvenes
La ansiedad permanente por el dinero puede conllevar conductas de alto riesgo como el abuso de alcohol y drogas, excesos con la comida o comportamientos sedentarios que contribuyen a empeorar la salud mental y física de la persona.
Los sectores de población más afectados son las mujeres y los jóvenes, ya que en ellos repercuten directamente las consecuencias de una mala gestión financiera por parte de las familias.
Los expertos indican que hay una relación clara entre las dificultades económicas y los problemas de salud mental de los estudiantes.
Un estudio de Springer Link, en el que han participado más de 400 estudiantes británicos, revela que los problemas económicos pueden provocar estrés, depresión, ansiedad o alcoholismo.
Estos males se agravan en los casos en los que los jóvenes se ven obligados a abandonar sus estudios o no pueden ir a la universidad por motivos económicos.
Por otro lado, el alcoholismo o la ansiedad provocados por la mala salud financiera pueden empeorar más la economía del estudiante, haciendo que la situación se retroalimente en las dos direcciones.
¿Cómo puedo cuidar mi salud mental ante una crisis económica?
Los estudios nos muestran que, a nivel físico, el estrés financiero genera fatiga, dolores de cabeza, náuseas, tensión muscular, falta de concentración y más vulnerabilidad hacia contraer enfermedades.
Estar constantemente alerta por llegar a fin de mes puede también acarrear efectos en nuestra respuesta emocional y afectiva. Podemos estar tensos en el trabajo, pasar las noches sin dormir y estar más irritables.
Por otro lado, no hay que olvidar que cuando las dificultades económicas propias de una crisis impactan de manera seria nuestra vida, surgen también problemas a nivel personal.
Se hacen más frecuentes las discusiones de pareja, con los hijos y en el sistema familiar. También se dan cambios a nivel social, ya que cuando el cinturón aprieta, lo primero de lo que se tiende a prescindir son las actividades de ocio.
Aquí te compartimos algunas estrategias que pueden ser útiles al momento de sobrellevar una problemática financiera.
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Estrategias económicas:
Mentalízate. Organiza tus necesidades en orden de prioridad. Identifica en qué se puede economizar, los gastos básicos y las deudas o préstamos que debes pagar y evita ignorarlos. Esto ayudará al proceso de encontrar medidas o soluciones de manera más clara e inmediata.
Infórmate. Busca información y apoyo en personas expertas sobre el tema para así tener una mejor orientación al momento de tomar decisiones grandes de forma segura.
Establece metas. Considera tus ingresos y gastos en base a estos. Idea un presupuesto que te permita reconocer diferentes categorías en las que se pueden distribuir los gastos.
Busca otras fuentes de ingreso. A partir de tus propios conocimientos o habilidades, puedes buscar actividades o productos que te permitan mantener activo tu flujo de ingresos.
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Estrategias psicológicas:
Busca espacios de esparcimiento. Retoma hobbies o actividades que te generen distracción y placer, esto evitará la creación de pensamientos intrusivos.
Realiza ejercicios de relajación. Mantener la atención dirigida ante una crisis permite tener mejor manejo de las emociones y pensamientos.
Reduce tu exposición a los medios de comunicación. En ocasiones el constante bombardeo de noticias puede ser un factor de riesgo que en lugar de informarnos genere un estado de alerta y angustia excesiva.
Mantén activas tus redes de apoyo: Informar sobre la situación a tu familia o personas cercanas puede ser de apoyo para sobrellevar la situación.
Si identificas cambios de humor repentinos, sensaciones de ansiedad o depresión o consumo y dependencia de bebidas alcohólicas u otras sustancias puedes pedir ayuda a profesionales que brinden atención psicológica.