Heridas emocionales de la infancia y del pasado

Heridas emocionales de la infancia y del pasado

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Las heridas emocionales son secuelas psicológicas que las experiencias dejan en nosotros.

Todos en algún punto de nuestras vidas nos hemos visto involucrados en situaciones que pueden crearnos estas heridas emocionales, y aunque algunas de ellas parecen haber quedado en el pasado, hay muchas que realmente siguen marcando una parte importante de nuestras vidas y tienden a generar acumulación de tensión y ansiedad, así como muchas otras emociones y sensaciones negativas.

Todas estas consecuencias psicológicas son en sí las heridas emocionales, las cuales deben ser tratadas en algún punto de nuestras vidas o en su defecto ser controladas.

Sin embargo, antes de tratarlas o controlarlas, es imprescindible saber reconocerlas. Por ello se detallarán a continuación las cinco heridas emocionales de la infancia.

Las cinco heridas emocionales de la infancia

Aunque son muchas las heridas que podemos presentar a lo largo de nuestra vida, existen cinco de ellas que marcan parte importante de nuestro desarrollo y crecimiento.

Estas heridas suelen ser las más representativas porque son heridas que se crean durante toda la infancia, la cual es una de las etapas más importantes y representativas de la vida adulta.

Miedo al abandono

Es muy común que haya niños que crezcan con la presencia de uno solo de sus padres, o hijos cuyos padres no son muy afectuosos y suelen ser distantes.

Este tipo de situaciones, donde el niño crece experimentando cualquier tipo de abandono en su infancia, le hace sentir que la soledad es su mayor enemigo.

En estos casos, como consecuencias en las personas adultas, hallamos un temor al abandono o temor extremo a quedarse solos. Además, suelen ser personas cuya necesidad de recibir afecto es muy marcada.

Por tanto, la carencia afectiva en la infancia, les produce en la adultez problemas de dependencia emocional y en algunas ocasiones, serán personas que abandonarán a los demás como un mecanismo de protección producto del temor a ser abandonados.

En este caso, es importante reconocer que es el niño interior quien teme a ser dejado y no el adulto. Partiendo de aquí es entonces posible reconocer las situaciones que producen temor y poder trabajar en la autoestima.

Miedo al rechazo

El miedo al rechazo es una de las heridas más profundas. Tiene su origen en experiencias de No aceptación. Estas experiencias de no aceptación son comunes en niños que han sentido a lo largo de su vida que sus padres y familiares cercanos no los aceptan tal cual son durante todo su desarrollo. Puede incluso surgir partiendo del rechazo de una amistad muy cercana.

La consecuencia del rechazo causa en los niños y adultos el autodesprecio en el cual la persona con esta clase de heridas no se cree digno de amar y mucho menos de ser amado, por eso necesita constantemente del reconocimiento y la aprobación de los demás.

El miedo al rechazo implica rechazar incluso nuestros propios pensamientos, nuestras vivencias, los sentimientos que podamos tener e incluso el amor propio.

Herida de la humillación

En los niños, la herida de la humillación es producto de la crítica y desaprobación por parte de sus padres y miembros más resaltantes del núcleo familiar.

La desaprobación y la crítica constante causa en el menor y en el futuro adulto una afección en la autoestima, aún más especialmente cuando es ridiculizado ante los demás.

Es común que los niños que se desarrollan con esta herida desde la infancia crezcan adoptando actitudes de dependencia en las que estarán dispuestos a hacer cierta serie de cosas con la intención de sentirse útiles y aceptados. Estas actitudes de dependencia agravan con el tiempo la herida emocional puesto que el propio autoreconocimiento del individuo dependerá únicamente de la imagen u opinión que tienen los demás sobre él.

Una de las características más distintivas de personas cuya herida emocional es la humillación es la constante ridiculización de si mismas y el hecho de considerarse más pequeñas, con menos valía o menos importancia de lo que realmente tienen.

Finalmente, estas personas tienden a dejar en segundo plano sus necesidades solo para complacer las necesidades de los demás con la finalidad de ganarse el cariño, aprobación y respeto de los mismos.

La herida de la traición o miedo a confiar

La herida de la traición o el miedo a confiar es producto del sentimiento de traición que siente un niño durante su infancia.

El niño, en una situación específica de su infancia, sintió que uno de sus padres, u otro miembro resaltante de la familia, lo traicionó de alguna forma. Esta traición puede considerarse como una promesa no cumplida.

Esta herida suele generar sentimientos de desconfianza y aislamiento e incluso pueden transformarse en rencor, especialmente en aquellas ocasiones en las que el niño se siente engañado por no haber recibido lo prometido, o incluso pueden llegar a sentir envidia al ver que otros reciben lo que ellos no.

Las personas con heridas de la traición o miedo a confiar, se caracterizan por ser posesivas y desconfiadas, con tendencia a querer controlarlo todo con tal de no sentirse estafadas.

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Por lo general tienden a darle demasiada importancia a la lealtad y a la fidelidad, pudiendo incluso distorsionar ambos conceptos y atentar contra la libertad de otras personas sin respetar los límites de las mismas.

Herida de la Injusticia

La herida de la Injusticia es producto de una educación exigente, rígida y basada en imposiciones. Así mismo, la relación entre padres e hijos suele ser fría y distante y la constante exigencia genera en los niños y futuros adultos la sensación de inutilidad e ineficiencia y, por tanto, la necesidad o la sensación de justicia.

Generalmente, los adultos cuya infancia se vio marcada por la herida emocional de la injusticia, tienden a ser adultos rígidos e incapaces de mediar en opiniones, lo cual indica que son personas que no aceptan fácilmente otros puntos de vista. Además de ello, suelen considerar sus opiniones como juicios morales o verdades absolutas.

¿Cómo sanar de forma general las heridas emocionales?

Para sanar las heridas emocionales es primordial principalmente reconocer que causó u ocasionó la herida emocional, especialmente en qué etapa ha ocurrido, si esta herida fue durante la infancia, o si ha ocurrido durante la adolescencia o adultez.

Como ya se ha comentado previamente, las heridas emocionales son secuelas de eventos o situaciones que causaron un impacto, cuyo impacto queda marcado en el inconsciente. Por ello no siempre recordamos qué causó la herida emocional.

Sin embargo, existen métodos que ayudan a sanar las diferentes heridas emocionales, siempre y cuando la persona esté dispuesta a dedicarle tiempo y verdadera motivación.

Algunos de estos métodos son los siguientes:

Ejercicios de autoconocimiento

Funcionan como el principal método de sanación, ya que estos ejercicios permiten reconocer mediante la introspección qué sucede, cuál es la herida y finalmente aceptar la herida. Además de ello, estos ejercicios cuentan con sesiones de respiración y relajación que le permiten al practicante conectar consigo mismo hasta conseguir comprender toda la situación.

Es imprescindible tomar consciencia de que se tiene una herida emocional y aceptarla como una realidad. Practicar esta autoaceptación es parte fundamental de este proceso y de los métodos para sanar las heridas emocionales. De esta forma será mucho más sencillo soltar todo aquello que se lleva cargado como un peso innecesario y permitirá que el sujeto se abra a confiar en sí mismo y a autoaceptarse y respetarse tal y como es.

Una vez se es consciente de la herida emocional, habrá que rechazar las conductas que se consideren defensivas. Esto es importante y necesario para marcar un punto de cambio en el que la persona con esta herida, decide de manera consciente dejar de tener creencias erradas o percepciones equivocadas de la realidad.

Dedicar tiempo a sí mismo

Esto es parte fundamental para sanar heridas emocionales. Tomar un tiempo para pensar de manera racional y consciente de la realidad actual. Además de permitirse darse amor propio y cuidados que nutran su propio ser.

A su vez, como parte del autocuidado, se encuentran diversas actividades que permiten conectarse consigo mismo, como realizar ejercicios al aire libre, practicar algún deporte o iniciar una actividad que lo desconecte del mundo exterior y lo conecte con su interior.

Practicar el perdón

Con esta práctica, se estimula la autoconsciencia donde la persona con heridas emocionales es capaz de aceptar la realidad, perdonarse a sí mismo y perdonar a los demás.

El perdonarse a sí mismo y a los demás genera paz y libera de la carga a quien tiene la herida emocional, así como puede servir de enlace para mejorar las relaciones que se creían dañadas.

Ser capaces de pedir y aceptar ayuda. Ya sea de familiares, amigos o personas cercanas, y más aún, especialmente de profesionales que puedan orientar y servir de guía durante todo el proceso de cambio.

¿Cómo sanar las cinco heridas emocionales del pasado?

Acabamos de ver la manera de tratar una herida emocional causada en cualquier etapa de la vida. Ahora vamos a repasar la manera de tratar las cinco heridas emocionales de la infancia:

Miedo al abandono

Lo principal es trabajar en sanar el miedo y la soledad, esto es posible empleando y dedicando tiempo de calidad consigo mismo. Además, practicar el autocuidado es esencial para sanar estas heridas. Mientras más amor propio y autocuidado se dedique a uno mismo menos temor o miedo se tendrá al abandono o la soledad.

Miedo al rechazo

Son las inseguridades las que más generan este miedo al rechazo, y como siempre, la no aceptación de sí mismo. Es por tal motivo que la clave es trabajar en mejorar la confianza y en aceptar las capacidades propias, especialmente teniendo en cuenta la importancia de celebrar los logros, incluso los más pequeños. Además, es indispensable el poder tener control sobre los pensamientos e ignorar al crítico interno

Herida de la humillación

Se puede sanar cuando se decide soltar con la carga innecesaria con la que se ha cargado por mucho tiempo. El perdonar y perdonarse a sí mismo es clave para sanar este tipo de heridas. Dejar el pasado atrás y concentrarse en el presente y en los objetivos y metas futuras es una de las mejores formas de sanar esta herida.

Heridas de confianza

Para sanar este tipo de heridas lo principal es trabajar en la tolerancia, la paciencia y en la confianza. Especialmente en la delegación de responsabilidades en los demás. Además de ello, cumplir y ser conscientes con las promesas dadas y establecer cambios que rompan con los patrones de conducta.

Heridas de Justicia

Se pueden sanar mediante un cambio en la rigidez mental, el ser capaces de tener voluntad en moldear un poco más la forma de pensar. Y no solo eso, también ser más tolerantes y brindar confianza hacia los demás en un modo de aceptar la diversidad, empatía y las opiniones de los demás.

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