El apego es un concepto que hace referencia al vínculo que se establece entre un niño y su cuidador principal, una predisposición innata y necesaria para nuestra supervivencia y desarrollo. Un buen apego surge cuando se está seguro de que la otra persona estará ahí siempre que se le necesite, lo que facilita que aparezcan la empatía, la comunicación emocional y el afecto entre estas personas.
Pero no siempre se da un apego adecuado, según la forma en la que se establezca este vínculo dará lugar a distintos tipos:
- Apego Seguro. Está caracterizado por el sentimiento de apoyo y seguridad incondicional respecto al cuidador, el niño se siente querido y protegido, lo que permite que pueda interactuar confiadamente con su entorno.
- Apego Ansioso y Ambivalente. No existe la confianza con los cuidadores, lo que se acompaña de un sentimiento de inseguridad perpetuo. Los niños no son capaces de explorar de manera activa el entorno por temor al abandono del cuidador.
- Apego Evitativo. En este tipo, los niños no sienten que puedan contar con el apoyo y el amor del cuidador por lo que evitan cualquier contacto.
- Apego Desorganizado. En el niño existen comportamientos y sentimientos contradictorios, a causa de la incoherencia en el cuidado.
La importancia de este lazo afectivo tan característico radica en la influencia que ejerce en el desarrollo de nuestra personalidad y determina en gran medida nuestros esquemas mentales acerca de nosotros mismos, los otros y como el mundo en que vivimos. Es decir, el modo en que nos relacionamos tanto con nuestro entorno como con nosotros mismos.
Pese a que desarrollamos apego hacia diferentes figuras a lo largo de nuestra vida, el que más cuenta y el principal es aquel que se establece cuando somos niños. Si una persona, mantuvo durante su infancia un apego seguro con sus cuidadores, tendrá mayor probabilidad de presentar una actitud de confianza en las relaciones personales que realice en su edad adulta, siendo capaz de relacionarse íntimamente con las personas de su alrededor sin temor al abandono. Si por el contrario, la persona no ha experimentado el apego seguro en sus padres y otras figuras de apego durante su infancia, habrá mayor riesgo de que tienda a desconfiar ante las nuevas relaciones que se le planeen a lo largo de su vida, presentando dificultades de relación, déficits en sus habilidades sociales o dependencia emocional. Por otra parte, el apego no seguro está relacionado con tendencia a los estados de ansiedad crónica, a sintomatología depresiva y a inestabilidad emocional.
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Con todo ello, y pese al influjo del apego primario, no significa que estemos condenados a mantener de por vida aquellos rasgos que se desarrollaron en dicha relación, sino que en cada nueva interacción humana hay una influencia, y también diferentes formas de ser y relacionarse, lo que posibilita el cambio. Cada interacción personal es una nueva oportunidad para establecer un apego seguro, y a través del afecto, las experiencias reparadoras y a la ayuda profesional es posible conseguirlo.
Marta Escobedo. Psicóloga de IVANE SALUD.
Dra. Giovanna Legazpe. Psiquiatra de IVANE SALUD.
Unidad de Salud Mental y Psiquiatría Hospitalaria en Hospital Vithas Valencia al Mar.
Clínica de Desintoxicación y Patología Dual en Hospital Vithas Aguas Vivas.