El “chemsex” es una práctica caracterizada por consumir varios tipos de drogas para mantener relaciones sexuales durante largos períodos de tiempo
Las prácticas sexuales con consumo de sustancias se convierten en un problema de salud. Es un fenómeno centrado especialmente en los colectivos gay, pero supone riesgos médicos y psicológicos importantes como son la aparición de enfermedades de transmisión sexual y la adicción a sustancias. Sólo en Barcelona se atendieron 193 casos de consumo problemático de sustancias para tener sexo en 2016.
El uso de sustancias asociado a las relaciones sexuales no es nuevo, pero las prácticas de “chemsex” tiene algunas características particulares, como por ejemplo el uso de sustancias como la mefedrona (un estimulante del que todavía no se conocen los efectos a largo plazo), metaanfetamina y GHB (éxtasis líquido, un depresor sedante).
El uso combinado de estas sustancias permite aguantar las fiestas sexuales pero induce un estado de semi-inconsciencia que reduce de forma peligrosa la percepción del riesgo. De hecho, el propio centro comunitario BCN Checkpoint alerta de que puede triplicar el riesgo de infección por VIH. El Ayuntamiento de Barcelona ha puesto en marcha estrategias para la prevención y tratamiento del uso de sustancias asociadas a contextos sexuales.
Uno de los aspectos más problemáticos de este tipo de prácticas es la adicción psicológica que produce. Más allá de la posible dependencia física de las sustancias usadas, los usuarios desarrollan un condicionamiento a las prácticas sexuales con consumo de sustancias, de forma que cuando no disponen de las drogas pueden llegar a tener serias dificultades para mantener relaciones.
El perfil de usuarios detectado es de personas jóvenes, menores de 35 años, y con perfil de formación en el que más de la mitad (62%) eran universitarios.
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Los antecedentes de esta práctica se remontan al Reino Unido, donde esta práctica está considerada un problema de salud pública. Pero más allá del riesgo de infección, entidades como Stop Sida alerta de los riesgos psicosociales del consumo de sustancias para mantener relaciones sexuales, como el impacto en la salud sexual y mental, afectación a la vida cotidiana, social y económica. Algunos centros comunitarios de Londres ya reportan hasta 100 casos mensuales de consumo problemático vinculado al “chemsex”.
El tratamiento de estos casos requiere un apoyo tanto psiquiátrico como psicológico que consiga restablecer las prácticas sexuales normales sin intermediación de ninguna sustancia, intentando disociar ambas conductas para evitar el llamado “estímulo condicionado” y romper el bucle de adición/asociación que se genera.
Fermín Ferrero. Coordinador Psicólogo de IVANE. Centro de Desintoxicación y Patología Dual Valencia.