La ansiedad es una de las emociones clave en la sociedad actual, y los problemas derivados de ella suelen estar entre los principales motivos de consulta ya que sus efectos interfieren en la mayoría de aspectos que forman nuestra vida. Entre estos aspectos se incluye la alimentación o más bien los hábitos alimenticios. En muchos casos, en las personas que se interesan por los estudios de nutrición y consultan dietistas; se puede observar que tras esos hábitos de alimentación insalubre se encuentra algún tipo de patología mental donde la sintomatología ansiosa está presente.
Cuando el estilo de alimentación y las conductas relacionadas se encuentran condicionadas por nuestro estado psicológico; normalmente un estado de ánimo ansioso, solemos hablar de alimentación emocional. En estos casos, la persona no come porque tenga hambre o sienta la señal fisiológica; sino porque siente que es una manera de saciar sus necesidades emocionales. Así pues, aunque suceda de manera inconsciente, es probable aquellos días que nos resulten estresantes o angustiosos tendamos a consumir más de la cuenta y especialmente comidas poco saludables. Aunque después puedan aparecer sentimientos de culpabilidad, la recompensa y la sensación de bienestar inmediata ayudan a disminuir la emoción de angustia que provoca la ansiedad.
La dopamina, la explicación biológica para reducir la ansiedad
La explicación biológica para la utilización de la comida como estrategia para reducir la ansiedad se basa en que, durante el acto de comer, se liberan numerosos neurotransmisores, entre ellos la dopamina, que se describe como el centro del placer, ya que regula la motivación y el deseo. Además, tiene como función favorecer que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o placer lo que justifica la creación del hábito negativo de alimentación y la repetición descontrolada.
El inconveniente principal de comer por ansiedad, es que esta sensación de hambre no se puede calmar con comida, sino que, tal y como se comenta anteriormente, es posible que acabemos sintiéndonos incluso peor que antes. Además, el alimento ingerido suele ser altamente calórico y, por tanto, contribuye a un estilo de vida insano.
¿Cómo podemos controlarlo?
La persona que come por ansiedad, sea consciente o no, existe alguna circunstancia en su vida interior, personal, laboral, etc. que le provoca malestar o sufrimiento que empuja a ser aliviado mediante el acto de comer y la ingesta de comida.
Para poder hacer frente a estos síntomas debemos enfocarnos en identificar aquello que origina el impulso que nos lleva a comer en exceso; por lo que lo más importante es identificar la causa del estrés, malestar o tensión. En toda persona que come por ansiedad, sea consciente o no, existe alguna circunstancia en su vida interior, personal, laboral, etc. Que le provoca malestar o sufrimiento que empuja a ser aliviado mediante el acto de comer y la ingesta de comida.

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Por otra parte, como una de las pautas básicas para tratar la ansiedad es hacer uso de estrategias que la contrarresten generando la sensación de relajación: entre ellas puede estar el uso de la respiración consciente, relajación muscular o el ejercicio físico. De esta manera generamos alternativas de acción para lograr una mayor sensación de control respecto a la ansiedad.
Por último, podemos trabajar la baja autoestima que se suele asociar a este tipo de problemática. Desde el cuidado y la aceptación de uno mismo, dirigiendo los esfuerzos en aprender a apreciar y valorar los diferentes aspectos positivos que forman parte de la vida; nos ayuda a disfrutar más de lo que nos envuelve, obteniendo placer con otras actividades distintas a la comida como puede ser la música, la lectura, o disfrutar de la gente que nos rodea.
Marta Escobedo. Psicóloga de IVANE SALUD.
Unidad de Salud Mental y Psiquiatría Hospitalaria en Hospital Vithas Valencia al Mar.
Clínica de Desintoxicación y Patología Dual en Hospital Vithas Aguas Vivas.