El Alcoholismo. Mitos y leyendas sobre el abuso de alcohol

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¿Por qué debemos realizar un abordaje terapéutico del alcoholismo? Hoy os contamos en este post cómo algunas reflexiones relacionadas con estudios e investigaciones actuales resultan de aplicación fundamental en el tratamiento de la patología del alcohol, vamos a compartir :

 

1. El alcohol es una sustancia legal potencialmente adictiva cuyo consumo está asociado en la aparición, mantenimiento y exacerbación de multitud de patologías físicas y de tumores, así como de patologías psíquicas. La sociedad de forma más o menos permisiva facilita el consumo de esta sustancia, bien para obtener una recompensa gratificante por el efecto del mismo en el cerebro, por placer, para aliviar las preocupaciones, bien para disminuir la ansiedad o mejorar una patología dolorosa.

2. Cuando aparece un alcoholismo o la adicción al alcohol queda instaurada, es necesario responder de forma honesta a la siguiente pregunta: ¿Por qué bebo? La respuesta en primera instancia es fácil: «como mecanismo de afrontamiento frente a formas más adaptadas de respuesta». Aunque esa respuesta sólo es la antesala y no satisface a nadie, ni al paciente ni al profesional. Por ello, es necesario descubrir las circunstancias personales, familiares, sociales, motivacionales y existenciales que mantienen vivo el consumo a sabiendas que es perjudicial para la salud y que ha despertado una enfermedad adictiva.

3. Previo a la aparición de alcoholismo o un abuso del alcohol, el factor más importante a conocer es un dato numérico. Definir cuántas Unidades Básicas Estandar de Bebida (UBEs) ingiere una persona y si se sitúa en un rango de «bebedor de riesgo». La OMS sitúa estas cifras en: 25 UBEs/semana en el hombre y 18 UBEs/semana en la mujer. Asimismo, también se considera un consumo de riesgo en las siguientes situaciones:

  • Consumo diario de 5 UBEs/día en el hombre y 3 UBEs/día en la mujer.
  • Consumo en «atracón» (consumo en una ocasión, en pocas horas y con alto componente impulsivo) en cantidad de 8 UBEs en el hombre y 6 UBEs en la mujer al mes.
  • Cualquier consumo en situaciones especiales: 1. Mujer embarazada; 2. Menores; 3. Personas con actividades, enfermedades y tratamientos que desaconsejen el consumo.

(1 UBE= 1 caña de cerveza = 1 vaso de vino = 1/2 combinado = 1/7 botella de vino)

4. Mucho se ha hablado de la vulnerabilidad biológica en los circuitos cerebrales de la recompensa. No es de extrañar, pues en los inicios, el estímulo del alcohol provoca una cascada bioquímica placentera similar a lo que provoca el sexo o la saciedad de comida. Por ello, la conducta tiende a ser repetida con el objetivo de mantener la propia supervivencia y perpetuar la especie. El problema surge cuando la repetición pasa a la frontera del descontrol, la dependencia, la tolerancia y la adicción.

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Sin embargo, poco se ha hablado del cerebro emocional y del cerebro social en la etiopatogénesis (el origen)  y el tratamiento del alcoholismo. El cerebro necesita ser desensibilizado de la conducta/problema y su abordaje requiere fortalecer mecanismos superiores de la corteza cerebral frontal con las herramientas tanto farmacológicas como psicoterapéuticas aplicada por los profesionales. Realmente, ahí radica el concepto de enfermedad de la adicción.

5. Está demostrado que el alcoholismo y el abuso de alcohol provoca en el cerebro alteración en la homeostasis bioquímica y a largo plazo genera cambios estructurales por muerte neuronal. Los síntomas cognitivos derivados son leves al principio y pasan desapercibidos ya que atañen a las funciones superiores racionales y ejecutivas que no son indispensables para la supervivencia de la especie humana en los tiempos modernos pero sí son importantes para el autocontrol, la motivación, la autocrítica, la planificación, la abstracción y la organización y que dificultan el proceso de recuperación del paciente y la abstinencia completa y mantenida de la persona con alcoholismo.

6. La complejidad del alcoholismo o la enfermedad por alcohol, transciende las dimensiones biológicas, físicas, psíquicas, funcionales, sociales y familiares. Por ello, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), en la última revisión de las categorías de las enfermedades mentales (DSM-5), se aleja de conceptos tradicionales y categóricos que pueden inducir a error incluso entre los propios profesionales, ya que según el momento evolutivo del alcoholismo puede predominar uno u otro concepto, lo que supone un reduccionismo categorial alejado de la realidad dimensional de esta patología. En este sentido, la DSM-5 utiliza el término TRASTORNO POR CONSUMO DE ALCOHOL y deja en un segundo plano la presencia de abuso, dependencia, adicción… por tanto, otorga al deterioro funcional personal, familiar, social y laboral un valor fundamental en la definición de esta enfermedad y en la intensidad de la misma.

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Foto. pixabay.com. Creative commons

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